Ayer los Marea vinieron a Madrid, y yo no me podía perder la cita. Marea es más que un grupo de rock, y su líder Kutxi Romero es mucho más que un roquero. Es un poeta, es un creador de sentimientos. Opiniones y críticas musicales aparte, lo que vengo a escribir proviene de una frase de Kutxi, con la que cerró el concierto prácticamente, en la que invitaba a la gente a tener un futuro incierto, lo cual puede parecer negativo, pero traía un añadido en el que decía que ojalá tengamos un futuro incierto, porque nuestra vida sea guiada por la libertad.
La libertad es un tema que me preocupa mucho en los últimos tiempos. Es obvio que no existe la libertad completa, siempre algo ajeno a nosotros nos impulsa a actuar o al menos nos afecta en lo que hacemos. Pero al menos hay grados de libertad, o eso creo yo.
Si hay un enemigo natural, un antónimo, de la libertad, ese es el miedo. No puede haber libertad con miedo, y desde pequeños nos enseñan a tener miedos, que es necesario temer (no hablo de respeto), que es importante lo que piensen de ti los demás y que los locos no pueden sobrevivir en este mundo, y la definición de loco es la que más se acerca a la de libre.
Mi último año ha sido un año de miedos. Como en el cuento de Dickens, los fantasmas de pasado, presente y futuro se me han ido apareciendo de forma continua. Y a mí me dan miedo los fantasmas. Una aparición en concreto ha ido definiendo mi año desde su primera vez, allá por abril. Ahí solo era fantasma de futuro. Fui conociéndola temiendo no saber afrontar el momento en el que apareciera el fantasma presente. Cuando apareció todo fue normal, muy bien, pero se fue para que volviera su predecesor (el futuro), con él me sentía más cómodo. Le cogí tanto miedo al fantasma del presente que no le dejé volver. Se quedó el del futuro, pero lo hizo tanto tiempo que acabó convirtiéndose en pasado, sin decir nada. Y aunque yo no lo sabía, el fantasma del pasado era el que me daba más miedo. Un fantasma que te acompaña pero no te dice una palabra, no interactúa contigo, solo te empuja contra el suelo para no dejarte andar. Mientras, presente acompaña a otro. Si no le hubiera temido estaría conmigo, empujando hacia delante para andar más deprisa.
Sin embargo, creo que esos fantasmas, y esa mujer, no eran para mí, aparecieron pero estaban destinados a irse, no sé si han sido pérdida de tiempo o una experiencia importante, para aprender actuar conforme a mi libertad y no a mis miedos. Pero no creo haberlo aprendido, ahora tengo miedos peores, porque estos nuevos fantasmas aún no han aparecido y ya les tengo miedo a los tres, tanto que por ahora mi opción es no dejarles venir y que la vida transcurra, dejarme llevar por los miedos, ser un esclavo, no ser yo.
Saliendo del tema del amor o de como se quiera llamar, a mí no me convence el término, hay mucha falta de libertad hasta en los lugares en los que se nos permite tenerla.
En el año de las revoluciones sociales, la bandera ha sido la libertad, una bandera más universal que cualquier otra y que la mayoría de la gente ha preferido no considerar suya. La indiferencia y el silencio han sido la tónica general. La libertad no es un valor en alza, no da dinero y no da influencia, y como creemos que esas dos cosas son las que dan la verdadera satisfacción, no necesitamos hacer uso de la libertad. Todos tenemos un algo escondido que nos grita y nos implora ser liberado. No es una llamada a desnudarnos, convertirnos en punks y hacer lo que nos dé la gana siempre, es solo una llamada a luchar contra nuestros miedos, a actuar contra lo que no nos gusta, a no encerrarse en una rutina, a no creernos realizados por tener un traje a medida y un deportivo, a amar a quién queremos y a decírselo.
Me voy ya del año con este extracto de un poema de Manolo Chinato, poeta de libertad, amor y rebeldía:
"Te amo, no es una costumbre social,
es el libre loco amor
suelto libre al viento y a la luz.
No te esfuerces por mí, ante todo sé tú,
yo pretendo en la sombra y en la luz
saber, solamente, quién soy."
Mi único propósito para este año es ser un poco más libre, ser más yo.
Y, como dicen los Marea: ojalá me quieran libre, ojalá me quieran.
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