Los toros no son muy de mi agrado. Es un hecho. Me resultan aburridos (no aguanto una corrida en la tele) y los animalillos pues me dan pena, no han hecho nada para acabar así más que ser toros.
Pero yo no estoy en contra, no soy un radical. Supongo que para los grandes aficionados, que entienden del tema, serán algo emocionante. El valor, el honor, el hombre contra la bestia (no creo que sea tan bestia), el arte de los movimientos precisos y cercanos que ponen los pelos de punta al ver lo cerca que queda el torero de salir disparado por los aires o ensartado por un cuerno y sin embargo está triunfante, deseando que el animal vuelva a embestir y volver a "regatearle" hasta dejarle aturdido.
A mí me cuesta horrores considerarlo deporte, y me cuesta tanto o más considerarlo arte. No creo que se pueda comparar algo así con una obra pictórica o un escrito de alguno de los mejores poetas, hay un mundo entre una cosa y otra. Podría llamarse pseudo-deporte porque más o menos tiene los rasgos generales.
Hasta aquí mi opinión de los toros, más bien negativa pero desde el desconocimiento del mundo interno.
Pero en los últimos meses la sociedad se ha visto bombardeada en sus periódicos y telediarios por un debate que han puesto sobre la mesa los activistas anti-taurinos y ha sido permitido por los mandamases con la intención de desviar temas importantes hacia otros que ni les van ni les vienen y que en el pueblo crea disputas y charlas. Justo lo que quieren, que se hable de cosas sin importancia política (para eso también ha venido bien el mundial de fútbol).
Primero quiero hablar de los activistas que en mi opinión rozan la hipocresía dedicando su vida a intentar salvar lo que no pasa de ser animales teniendo en cuenta las vidas humanas que se pierden cada día y que podrían ayudar a salvar si centraran todas esas fuerzas (que no son pocas, miles de personas) en obras caritativas en el tercer mundo. Pero parece que eso no importa, esa gente está sufriendo demasiado lejos como para que yo pueda verla así que su dolor no me llega tanto como el de los toros. Prohibir los toros no es un paso para el progreso si no se trabaja en los lugares donde no hay ni señales de progreso. No estoy de acuerdo con esas campañas oportunistas y por eso no he firmado en ellas cuando me lo han pedido. No obstante, lo pelean con saña, eso es de valorar.
Por otro lado están los defensores del toreo, que más que sus aficionados que no pueden defenderlo más allá que en su bar habitual, son los empresarios, la gente que pone mucho dinero en los toros y no está dispuesta a dejar de ganar "pasta" porque un animal esté sufriendo. Y es gente poderosa. El toreo es un negocio al fin y al cabo, igual que lo es el fútbol, y la bancarrota no va a llegar porque sí. Quizá puede hacer más daño la crisis que los anti-taurinos. Aunque eso es difícil porque la afición de los toros es gente de dinero (un abono de las Ventas supera los 1000 €) que se va a poder seguir permitiendo el capricho de ir los domingos a ver a "El Juli" o a Jose Tomás (en cuanto se recupere). No veo fácil que los toros desaparezcan y probablemente tampoco lo veo necesario del todo (dicho ya que no me gusta ver sufrir a los animales).
Y en un tercer plano están los que permiten el debate (que no pasa de un debate) para que se puedan llenar páginas con menos críticas de las habituales.
Terminó la vuelta. Me retiro antes de llevarme una mala cornada.
miércoles, 16 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario