Parece mentira que en una época como la Navidad, cuando se supone que tenemos que ser todos buenos y felices, empiece con algo que despierta nuestros más bajos instintos: la lotería.
Todos compran lotería. Y, ¿por qué la compran?, ¿por ilusión?. No, por ilusión se compra un decimito. Los demás se compran por envidia. Por que no soportarían que les tocasen a los de su barrio y a ellos no.
Yo cuando compré el primero me dije: "Mira, a ver si salimos de pobres, si me toca lo repartiré con la familia, le daré un millón a mi hermana, le compraré el coche a mi cuñado, a Mari un reloj de oro, y a mi suegra unos guantes de boxeo que le han hecho ilusión toda la vida".
Pero un día llegas al bar de debajo de tu casa y el camarero te dice:
-Tengo lotería, te lo digo porque todo el mundo ha comprado, tu verás lo que haces ¿eh?
Oye, que el tío te amenaza: y tú que no pensabas comprar, de pronto te imaginas el día de lotería con el bar lleno de gente brindando:
- A mí me ha tocado diez.
- A mí treinta.
Y que alguien te señala y dice:
- Mira, a ese le ofrecieron y no compró.
Eso te marcará para toda la vida. Ya pueden pasar años, que tú serás siempre "el pringao que no compró". Y hasta te imaginas a tu mujer echándote la bronca:
- ¡Desde luego, con la cantidad de horas que echas en el bar y no comprar! Qué inútil que has sido toda tu vida.
Y claro, dices al camarero:
- Dame cuatro.
A partir de ese momento la envidia te hace coger toda la lotería que te ofrecen: la de la panadería, la de la oficina, la del hogar del pensionista... Y ahí no acaba la cosa: pierdes los escrúpulos y hasta tus principios. Si te ofrecen lotería del PP, tú, que siempre has sido de izquierdas, la compras. Y ahí tienes dos boletos con la gaviota en tu cartera, al lado del carnet de CC.OO. Y como toque, serías capaz de cantar la musiquilla:
"Tatán...tatán...tataratatán...".
Estás tan obsesionado con que te toque, que incluso crees en cosas de las que normalmente te ríes. Sale Aramis Fuster por la tele diciendo:
- Este año el gordo acabará en nueve, o en ocho, y hacedme el favor de ser muy felices...
Y compras uno. Luego sale otro vidente:
- Mi tarot te ayuda, El Gordo va a acabar en seis.
Llama mi cuñada y dice que ha soñado que ha acabado en cinco. ¡Cago en diez! Y luego llama tu suegra:
- ¿Habéis comprado un número donde las inundaciones del año pasado?
Y empiezas a mirar dónde fue la inundación más grave, que desde luego hace falta ser degenerado para ir a comprar donde hubo una desgracia:
- ¿Y dice usted que el agua sólo les llegó al tejado? ¿Y que no hubo muertos? ¡Bah! Eso no es una inundación ni es nada...
Y luego, si la lotería es de otra ciudad nos parece que tiene mucho más valor. El que tiene te la ofrece como si fuera hachís:
- Tengo lotería de Ponferrada.
- ¿De Ponferrada? ¡No me digas! Pásame dos.
- Te paso uno por ser tú, pero no se lo digas a Rebolledo.
Eres tan canalla que piensas: "Como toque en Ponferrada, se va a enterar Rebolledo".
La cuestión es que aparecen tus peores instintos: "A mi hermana no tengo por qué darle nada. Y bien pensado, si mi cuñado quiere comprarse un coche, que ahorre...Y mi suegra, con unos guantes de cocina va que se mata".
Por fin llega el día del sorteo y por supuesto no te toca. Y encima tienes que aguantar la imágenes de la tele, que a los diez minutos te sacan a unos tíos en la puerta de un bar cogiéndose del cuello y saltando: "¡Oeee! ¡Oeee! ¡Oeeeee!¡Oeeeee!" De repente te fijas:
"¡Coño, si es Rebolledo! Ha tocado en su barrio y el tío no me ofreció. ¿Será desgraciado? Hace falta ser mala persona".
Pero lo que ya no puedo soportar es cuando sacan a uno que le han tocado cincuenta millones, que está como si nada:
- ¿Y usted qué va a hacer con el dinero?
- Yo nada, tapar agujeros...
¡Tapar agujeros! ¿Pero qué agujeros tendrá ese tío? Apagas la tele y te bajas al bar y nada más entrar te sueltan:
- No nos ha tocado nada, pero lo importante es que haya salud.
¡Faltaría más! Que encima de que no me toca la lotería me atropelle un camión o algo.
En fin, que más que desear que nos toque la lotería, lo que hay que desear es que no le toque a nadie cercano.
jueves, 30 de diciembre de 2010
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