Despeinando sin motivos, no hay destino que posado en mi camino rebele a mi falta de realidad.
Que si abrazo es porque quiero. Malo o bueno, yo decido mi quehacer. Y no quiero vistas desde fuera de mi piel.
Escusa vieja, voy a aceptar que hay una fuerza que controla tu verdad. Que más misterio hay en tus ojos que en el cielo y en el mar.
Caigo al fondo de un siniestro que es tan nuestro como de la humanidad. Toco fondo, no respiro, me estremezco, pero huelo a soledad.
Pero huelo a soledad y voy haciendo el camino, con el mismo cemento que expulsa de dentro el que no tiene sino. Pero huelo a realidad, y sigo siendo una estafa que se vuelve locura en las noches oscuras, te vende el presente y le da de comer.
Si miro al cielo y no hay figuras en las nubes, ¿para qué es mi respirar?
Si veo que daño los oídos del poeta más me gusta a mí cantar.
Lo de dentro no es un cuento, es escarmiento y falta de honestidad.
Y que se callen los profetas, que mi incrédula viñeta no quiere saber si hay más, no le importa el qué vendrá.
No le importa el que vendrá, y voy haciendo el camino con el mismo cemento que expulsa de dentro el que no tiene sino.
El mundo lucha por tesoros, estandartes, religiones y demás; y me aplasta las palabras con sus besos, un gran monstruo material. Y la más absurda: compra, come y muere; deformes bailan al son, uno imbécil, de infelices ignorantes, que no tienen opinión.
Muere sangrante la inquietud y voy haciendo el camino, con el mismo cemento que expulsa de dentro el que no tiene sino. Pero huelo a realidad, y sigo siendo una estafa que se vuelve locura en las noches oscuras, te vende el presente.
lunes, 27 de diciembre de 2010
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