lunes, 8 de noviembre de 2010

RABIA A POMADAS


Ya casi es costumbre, más del 75% de las noticias de un periódico y de un telediario serio son malas: asesinatos, guerras, hambre, violencia, pobreza... Ya sea en nuestro país o muy lejos de sus fronteras, la gente sufre y abunda la gente malvada sin escrúpulos, que pisotea a todos y se cree siempre en posesión de la razón y no permite opiniones contrarias: dictadores en sus casas o en sus pueblos. Jóvenes que se matan en carretera porque se creían inmunes a los accidentes y además se llevan por delante vidas inocentes, además de todas las que dejan destrozadas en vida. Violencia entre los "aficionados" al deporte, que lo utilizan como excusa para llevarse por delante a todo el que sea distinto.
Este es el día a día, y a mí me consume la impotencia de ver eso desde mi sofá sin más que poder soltar una ristra de insultos hacia el agresor o el imprudente al menos desahogándome en esos 10 segundos. Pero cuando acaban el suceso vuelve a ser inevitable, y lo vuelven a ser los que no han pasado. Siempre me hago la misma pregunta: ¿Qué puedo hacer yo? Tengo medios limitados, ninguna influencia sobre la gente y nada más que un papel para demostrar del lado de quién estoy, quién quiero que solucione todo eso que provoca esa impotencia diaria. Pero ninguno de los candidatos lo va a hacer y yo lo sé. Ellos tienen problemas mayores: bancos, grandes empresas, en resumen, gente de dinero que son los que de verdad tienen valor en este Mundo injusto se mire por dónde se mire, haya o no crisis aquí.
Ningún presidente de país rico se va a plantar en África y va a decir: se acabó esta rancia dictadura, a partir de ahora esta gente va a tener los derechos que se tienen en Occidente, comerán a diario y tendrán cobijo. Ninguno va a hacerlo ni siquiera en su propio país, dónde seguro que existe la pobreza y se hace más bien poco para evitarla, quitando la labor de las ONG, que por algo son "No Gubernamentales".
Nadie tampoco va a conseguir que las mujeres maltratadas de un paso adelante, se liberen de su opresor y sean capaces de vivir, los números siguen sin cambiar, la policía y demás fuerzas del orden no pueden dedicar 24 horas del día a cuidar a una mujer acosada y en la cuerda floja. Las órdenes de alejamiento no sirven para el que es un asesino, antes de hacer lo que hace sabe que va a ser capturado e incluso morir, solo tiene en la cabeza su objetivo.
Los adolescentes y jóvenes nunca dejarán de maltratar a los que son distintos, diferentes, que teniendo todo lo material necesario viven en un infierno diario del cual es difícil salir sin apoyos. Ningún docente va a conseguir enseñar a los niños que en casa no tengan esos valores a respetar a todos por igual, a que un negro es igual que un blanco, un homosexual igual que un hetero y una mujer guapa igual que una que lo es menos.
No creo que la importancia de la imagen física vaya a dejar de ser lo primero a la hora de juzgar personalidad o valía laboral de las personas.
La insustancialidad de las vidas en los países ricos seguirá siendo la misma, organizados como hormigas que han de ser todas iguales sin libertad de pensamiento, esclavizadas por telebasuras y politiqueos sin pensar apenas en el de al lado, en hacer el bien por los demás sin más fin que la felicidad del prójimo, algo que suena religioso pero para nada lo es. Claro está que la sustancialidad de las vidas no es distinta en los países pobres, pero ahí el problema es distinto y ya tratado antes, la esclavitud allí es mucho menos evitable, porque es oficial.
¿Y entonces qué? Nada puede cambiar pero todos seguimos adelante con nuestras vidas mientras tengamos lo necesario. Yo no conocía a esa mujer asesinada, ni al chaval que se suicidó, todo va a ser igual para mí en cuanto acabe de ver este telediario. Hagamos que algo cambie, interesémonos por los demás, sus inquietudes sus problemas, si hacemos felices a 10, esos 10 ayudarán a otros 100. Multipliquemos felicidad pero no dejemos de quejarnos y enfadarnos por lo que no funciona en el planeta, si no lo hacemos no se cambiará nunca, aunque no cambie si lo hacemos.

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