Es difícil tener motivaciones en estos tiempos, motivaciones reales que de verdad nos muevan a hacer cosas a interactuar, a buscar lo que viene después, a pelear por algo mejor. Se nos venden las motivaciones, queremos llegar al viernes para poder beber, salir por ahí, escuchar esa música que mata los sentidos y nos alieniza. Pasamos 5 de los 7 días de la semana con el fin de llegar al final de ese quinto día y resarcirnos de haber perdido el tiempo, ya sea trabajando o yendo a clase.
La motivación a veces viene en forma de un coche, una consola, un objeto que nos va a proporcionar, o eso creemos, lo que buscamos. También nos dan esa motivación, la tienes en la televisión, en la radio, en los periódicos, poniéndose ante tus ojos y diciendo, yo soy lo que necesitas para sobrevivir una semana más, yo soy tu fin, tu meta. ¿Y cuándo lo tienes? La meta es desgastarlo hasta poder querer otro modelo mejor. Hemos vuelto a gastar el tiempo con la motivación, sin pararnos en cada instante intermedio, en el momento antes de conseguirlo, en el mes o el año que pasas ahorrando. Todo ese tiempo tenía que pasar para que llegará el día del fin.
Yo quiero otra motivación: la del momento, la de la cara, la pierna, el pájaro y el bocado. Quiero que mi motivación sea el segundo en el que estoy, pelear por ese segundo sin pensar en tener que pelear el siguiente, ya llegará, y dependerá mucho de lo que se haya peleado el anterior. Quiero sentir brotar cada lágrima que lloro, disfrutar de los ojos que tengo delante o de la palabra que recibo. Todo es compatible con tener una meta pero yo no quiero vivir para esa meta, simplemente quiero vivir todo lo feliz que sea y probablemente cuando alce los brazos en la meta, mi sonrisa será más amplia y mi satisfacción más plena que los que en ese momento no pueden evitar pensar que se acabó, que sin meta no hay nada, que han perdido el tiempo que haya sido pensando que vivir era llegar a la meta y no dar cada uno de los pasos que te llevan a ella. Mi motivación es que este segundo sea este segundo con todas sus décimas y no que este segundo sea nada más que el previo del siguiente. Como diría Roberto Iniesta: "Para algunos, la vida es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Yo, más humilde soy, y solo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo, me transporte NACIDO hasta el siguiente". Eso sí, el quería salir y beber (por qué no).
martes, 12 de octubre de 2010
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