lunes, 25 de octubre de 2010

EL PODER DE LA "PERSONALIDAD"

Curiosa escena presencié el otro día en el metro de Madrid, exactamente en la linea 6, mientras volvía de clase. Un par de músicos terminaban de realizar una maravillosa versión del tema "A Dios le pido" de Juanes con el tren parado en la estación de Cuatro Caminos, de hecho llevaba en esa situación más tiempo de lo habitual.
En ese momento, una chica de imponentes pechos y generoso escote acorde con tales apareció corriendo con la única intención de entrar en el metro antes de que las puertas se cerrasen  y no tener que esperar así los 3 minutos que tardaría, a lo sumo, el siguiente (un esfuerzo quizá exagerado para tal ahorro de tiempo pero no es el tema a tratar). El esfuerzo no fue en vano y la chica entró, a una velocidad tal que no pude aminorar la marcha y chocó con uno de los dos músicos que, de espaldas a ella, tuvo que detener la interpretación de la ya comentada obra maestra de la música actual.
El guitarrista se giró visiblemente enfadado, a conocer el rostro de su agresor, ese cuestionablemente cívico personaje que había osado detener su trabajo. En lugar de con el rostro se topó con la chica y sus "amigas". Al verlo, el caballero olvidó su cabreo, dirigió una sonrisa a la chica, acompañada de una simpática babilla, y la siguió con la mirada mientras volvía a su labor de entretenimiento.
Mi pregunta es clara: ¿Habría reaccionado igual ante cualquier otro tipo de persona? Abro debate. Mi opinión es claramente que no lo habría hecho y las razones están claras. Así actúa el hombre, Darwin no falló ni un poco.

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